Llegaron como se esperaba las abundantes lluvias de verano y, con ellas, el malestar en el sector rural de Blaquier y la zona por el exceso de agua, sin rumbo, anegando campos y caminos, destruyendo sembrados y pasturas en parcelas que no deberían haberse inundado, con un tremendo daño moral y económico que, lamentablemente, con el bolsillo ya maltrecho de productores tenemos que volver a soportar.
Pero lo más grave es que se gastaron más de ocho millones de pesos en la construcción de un anillo de protección para esa planta urbana, una obra formidable en cuanto a su tamaño, con más de un metro de altura de relleno y sin fisuras en su entorno para que no entre, ni salga, agua de los alrededores de Blaquier, aunque debemos decirlo con claridad: con tremendos errores burocráticos en cuanto a la previsión de desagüe de los terrenos en las cercanías de ese anillo y las obras complementarias que -si se planificaron- nunca se realizaron.
Para completar el panorama, en un marco de improvisación y cierto desinterés de la dirigencia pública local, también se percibe la falta de coordinación entre la Municipalidad de Florentino Ameghino y General Villegas para realizar, de manera conjunta, las acciones de emergencia que puedan aliviar la angustia de los productores de la zona, especialmente a la vera de los caminos provenientes de Santa Eleodora y Villa Saboya que vienen descargando mucha agua hasta que se encuentran con el millonario anillo de protección.
Efectivamente, en sus alrededores, las cunetas enyuyadas, con alcantarillas chicas y tapadas, no resisten el embate de la inundación y ésta avanza con ferocidad en los lotes sembrados, en las pasturas, con las vacas que no terminan de entender cómo de una sequía pasan a caminar con el vientre por el agua.
Al mismo tiempo, un extenso canal de desagüe -revestido en cemento y hormigón- que pasa frente al sector urbano de Blaquier está seco y muchos vecinos preguntan para qué se construyó, aunque habrían descartado el uso turístico como balneario que muchos imaginaban.
La búsqueda de culpables en el propio sector rural de esta realidad, tan proclive a realizar por algunos funcionarios públicos desconcertados, con el argumento de canales no autorizados o terrenos que no fueron cedidos para efectuar obras, es un recurso en los discursos públicos que ya nadie cree.
La responsabilidad está en el propio Estado: los organismos nacionales de obras públicas con supervisores sospechados de ineficiencia, el desconocimiento y la desidia por parte de las reparticiones de gobierno provincial, que se enteran tarde y mal de los problemas que les compete, y finalmente, en ciertos funcionarios municipales que prefieren el agua de una playa de veraneo en lugar de ésta, la que destruye la producción y la fuente de trabajo en sus propios distritos. Los propios productores tuvieron que aglomerarse el sábado pasado, en las cercanías de Blaquier, para que algún dirigente político sugiriera levantar el “tapón” que, de manera irracional, los funcionarios municipales de esa localidad habían realizado en un camino perteneciente al distrito de General Villegas.
Es por eso que, en una excepcionalidad como este avance descontrolado del agua de lluvias, se deben poner todos los recursos del Estado en la manera más coordinada posible tal como se hace en una emergencia, protegiendo la vida y el daño físico a la naturaleza, evitar el perjuicio de aquellos productores, generalmente los que menos tienen, frente a la conveniencia de intereses políticos o personales. Es decir, actuar rápido, eficazmente y con sentido común, algo que, sinceramente, brilla por su ausencia en esta emergencia.
Mario Gabriel Madrid
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